“Medicina tradicional” y “medicina clásica” “中医”和“醫” “Zhōng yī

Eduard Genís Sol, abril del 2023.

Durante las últimas décadas, nos han estado -y siguen- dando la turra con el término “medicina tradicional china -MTC- (中医)”; pero, por lo que parece, últimamente ha surgido una nueva expresión que mola más: “medicina clásica china”. ¿Estamos ante un punto de inflexión del mercado de cursos on line de medicina china?

Actualmente y con cierta frecuencia, nuestro correo electrónico recibe publicidad relativa a cursos on line de medicina “clásica” china: nos ofrecen un adiestramiento en profundidad, dicen, en esta modalidad médica. La particularidad es que todas las formaciones que nos proponen difieren sustancialmente en múltiples aspectos; pero, eso sí, todos estos cursos tienen en común el reclamo de ser los genuinos exponentes de la medicina clásica china (醫). Todos venden “medicina clásica”.

¿Saben de qué están hablando? ¿Tiene una base sólida lo que proponen? ¿Es la utilización del término “medicina clásica” un simple señuelo de mercadotecnia?

En este artículo vamos a explorar el sentido real de ambas ‘modalidades’ médicas          -“medicina tradicional” y “medicina clásica”- y a argumentar las razones por las que nos parece que ni la una ni la otra tienen nada que ver con lo que su nombre sugiere a nivel mercadotecnia. Empecemos con la segunda.

Medicina clásica (醫, ):

La etapa que se considera ‘clásica’, por lo que se refiere a la medicina china, abarca desde su fase formativa durante la dinastía Zhōu (周) hasta finales de la dinastía Hàn     (汉). Durante este periodo se concibieron y se desarrollaron las bases de un sistema médico forjado en base a la observación y el razonamiento analógico y en concordancia con un marco simbólico que organizaba todo el pensamiento de la época y que abarcaba todos los ámbitos del conocimiento. Dichas bases se establecieron en una serie de textos canónicos de redacción ambigua en su mayoría y, por consiguiente, abierta a la interpretación. Así, los libros que se consideran ‘clásicos’ de la medicina china son los escritos durante el mencionado periodo: el Clásico interno del emperador amarillo     (黄帝内经, Huáng dì nèi jīng), en su doble vertiente del Preguntas elementales (素问, Sù wèn) y del Eje espiritual (灵枢, Líng shū), el Clásico de las dificultades (难经, Nán jīng), el Clásico de materia médica del agricultor divino (神农本草经, Shén nóng běn cǎo jīng) -todos ellos de autor anónimo-, el Clásico de los pulsos (脉经, Mài jīng), de Wáng Shū Hé (王叔和), el Clásico sistemático de acupuntura y moxibustión (针灸甲乙经, Zhēn jiǔ jiǎ yǐ jīng), de Huáng Fǔ Mì (皇甫谧) -escrito, en realidad, durante la dinastía Jìn (晋)- y el Tratado de los daños producidos por el frío (伤寒论, Shāng hán lùn) que, junto con el Prescripciones esenciales del cofre dorado (金匮要略, Jīn guì yào lüè), fueron escritos por Zhāng Zhòng Jǐng (张仲景). Y ya está, ya no han sobrevivido más textos clásicos que los que hemos mencionado. De manera que cualquier libro de medicina china escrito con posterioridad a la dinastía Hàn no entra a formar parte del concepto de “libro clásico de medicina china”, de la misma manera que no forman parte del concepto de “fórmulas clásicas” todas las concebidas más allá del Jīn guì yào lüè y del Shāng hán lùn.

Una vez delimitado su periodo de referencia, ¿qué es la medicina clásica?

La medicina clásica china (醫) es una ciencia empírica basada en símbolos que determinan formas y apariencias que interconectan todas las cosas; símbolos que fueron introducidos por primera vez en el Clásico de las mutaciones (易经, Yì jīng), uno de los “Cinco clásicos (五经, Wŭ jīng)” de la tradición china, junto con el Clásico de la poesía (诗经, Shī jīng), el Clásico de la historia (书经, Shū jīng), el Libro de los ritos     (礼记, Lǐ jì) y los Anales de primavera y otoño (春秋繁露, Chūn qiū fán lù).

De hecho, la concepción, la gestación y el nacimiento de la medicina clásica surgieron en el seno de una sociedad eminentemente agrícola, en contacto con la naturaleza y con una alta capacidad de observación y de razonamiento analógico (比类, Bǐ lèi). Así, durante la parte final de los Zhōu (周), establecidos en China desde el 1.046 A.C. al 221 A.C, y la primera parte de la dinastía Hàn (汉), fundada a partir de este año, se creó un sistema de referencias simbólicas que explicaba al detalle las cualidades de múltiples estratos de relaciones macrocósmicas, incluyendo el cómo, el dónde, el cuándo y el porqué de la conexión entre lo de arriba (el Cielo -天, Tiān -) y lo de abajo (la Tierra -地, -).

Durante el proceso formativo de la medicina china, entre el 500 A.C. y el 150 A.C, surgió un sistema discursivo de esencia taoísta, basado en ciclos cósmicos -五运六气, Wǔ yùn liù qì– y en relaciones funcionales, que utilizó el simbolismo del yīn yáng (阴阳), el de las cinco fases (五行, Wǔ xíng), el de las seis configuraciones (六经, Liù jīng), el de los ocho trigramas (八卦, Bā guà), el de los sesenta y cuatro hexagramas (六十四卦, Liù shí sì guà) y el de los tallos celestiales (天干, Tiān gān) y las ramas terrestres     (地支, dì zhī) para configurar una forma de expresión y de transmisión del conocimiento con un marco común de referencia que no necesitaba ser instado cada vez que se introducía una nueva ciencia, ya que representaba un lenguaje común y universal para todos los ámbitos del conocimiento (incluida la medicina).

Por lo tanto, la medicina clásica [china] es una rama microcósmica de la antigua filosofía y cosmología china, en la que teorías como las del yīn y el yáng, las cinco fases, la relación jerárquica entre la materia, el y la conciencia, la supremacía del espíritu y las redes o sistemas de órganos internos se mencionaron por primera vez en los clásicos taoístas y confucianos de los períodos Hàn (汉) y pre-Hàn de la antigüedad china (700 AC – 200 DC) antes de que aparecieran en las obras clave de la medicina china.

Así, la medicina clásica no tan sólo está delimitada por un marco temporal, sino también por uno de razonamiento y expresión basado en el yīn yáng (阴阳), las cinco fases (五行, Wǔ xíng), las seis configuraciones (六经, Liù jīng), los ocho trigramas (八卦, Bā guà), los sesenta y cuatro hexagramas (六十四卦, Liù shí sì guà), los tallos celestiales (天干, Tiān gān) y las ramas terrestres (地支, dì zhī). De tal manera que cualquiera que quiera disertar sobre medicina clásica debe hacerlo en base a estos parámetros; si lo hace expresándose con otros, automáticamente deja de ser medicina clásica [china].

Así, por ejemplo, para interpretar un libro genuinamente clásico como el Tratado de los daños producidos por el frío (伤寒论, Shāng hán lùn) de Zhāng Zhòng Jǐng (张仲景) más allá de lo aparente, hay que tener en cuenta todos los parámetros mencionados (yīn yáng, cinco fases, seis configuraciones, ocho trigramas, sesenta y cuatro hexagramas, tallos celestiales y ramas terrestres), ya que, de forma explícita o implícita, aparecen constantemente en su redacción. ¿Por qué? Porque éste es el marco de pensamiento y de expresión de la medicina clásica.

Hay que tener en cuenta que en la cultura clásica china la cosmología relacional (八字, Bā zì) asume que todos los fenómenos, tanto los tangibles como los intangibles, pueden organizarse en un número limitado de categorías. Así, la esencia de la medicina clásica china (醫) no la constituyen los detalles técnicos referentes al diagnóstico y a la terapia, sino la alquimia simbolista que ilustra la relación holográfica entre los planos de lo cósmico, lo terrenal y lo físico; entendiendo por ‘alquimia’ el proceso resultante de combinar multitud de fenómenos naturales relacionados entre sí con sus datos funcionales y asociarlos en un único símbolo sintetizador de todo ello. Esta codificación de las relaciones del espacio y del tiempo, de la función y de la materia, de lo de arriba, de lo de abajo y de lo de en medio se representa en una imagen (象, Xiàng) del ámbito de la naturaleza cuidadosamente escogida, de tal manera que los antiguos símbolos contienen una información sumamente detallada que abarca desde el estrato de lo se ve a la capa funcional de lo que hace y a las capas macrocósmicas del espacio y el tiempo, que son las constelaciones, los planetas y las estaciones del año con las que mantiene una resonancia y una influencia mutua.

En base a todo lo escrito, regresemos al punto de partida: ¿Tienen una base sólida los cursos de “medicina clásica [china]” que proliferan por la red? ¿Es la utilización del término “medicina clásica” un simple señuelo de mercadotecnia?

Nuestra opinión es que sí, que se trata de un cebo para vender lo que no es. Si profundizamos un mínimo, veremos que ninguna de estas ‘formaciones’ incluye ni hexagramas (卦, Guà), ni tallos celestiales (天干, Tiān gān) ni ramas terrestres (地支, dì zhī) entre los parámetros de referencia de sus enseñanzas, con lo cual su discurso se aleja del que es propio del periodo clásico. Pero es que, además y en todos los casos, el hilo conductor de su argumentación está plagado de términos biomédicos y de conceptos propios de la MTC (la medicina china ‘moderna’), que aún lo alejan más de él.

¿Dónde radica la confusión?

Desde nuestro punto de vista, lo que sucede con la mayoría de los libros clásicos médicos chinos es que están escritos de forma ambigua y, por consiguiente, abierta a la interpretación. De esta manera, de cada comprensión de los textos canónicos tamizada con la reflexión y con la experiencia personal puede emerger un subsistema médico ‘inspirado’ en el sistema clásico. Ello explica que en el transcurso de los siglos en China haya habido tantas escuelas de pensamiento diferentes (y que ninguna de ellas se haya considerado la única representante de la ‘medicina clásica’, sino una derivación de la misma), y también explica que toda la pluralidad de formaciones en “medicina clásica” que nos ofrecen difiera en múltiples aspectos, aunque todas ellas tengan en común el reclamo de ser los genuinos exponentes de la medicina clásica china (醫). Y es este último punto el que no admitimos.

A nuestro entender, a lo máximo que estos vendedores deberían aspirar es a comentar que su formación está ‘inspirada’ en los clásicos, pero en ningún caso que es “medicina clásica”. Ya que por la misma regla de tres, la MTC también podría alegar que es ‘medicina clásica’ por el hecho de que para explicar el funcionamiento de las redes de órganos internos parte del Capítulo octavo del Preguntas Elementales, el Tratado del libro Arcano de la Cámara de la Orquídea de la Torre del Espíritu (素问, 灵兰秘典论篇第八, Sù wèn, líng lán mì diǎn lùn piān dì bā). Absurdo, ¿no?

Para finalizar esta sección, añadimos la respuesta de uno de los conferenciantes de uno de los cursos on line de “medicina clásica” que se ofrecen en la red. Le escribimos para argumentarle, con el mismo guión que hemos expuesto en este artículo, que lo que impartía no era “medicina clásica” sino otra cosa que, como máximo, podía aspirar a ser una derivación de aquélla. Su respuesta, clara, diáfana y honesta, concordó con nuestro pensamiento, ya que nos apuntó lo siguiente: “Creo que sería muy difícil encontrar un médico que practique una forma completamente pura de acupuntura clásica, a menos que haya aprendido de un linaje que la haya transmitido de forma ininterrumpida de generación en generación en una forma pura y sin adulterar desde la dinastía Hàn (o antes)”.

No hace falta decir nada más. Sólo diferenciar entre ‘medicina clásica’ y ‘medicina de inspiración clásica’, entre lo genuino y plural y lo subjetivo y particular, entre lo que es y lo que deriva.

Medicina tradicional china (中医, Zhōng yī)

A mediados del siglo XIX, la llegada intensiva de occidentales a China acarreó que aportaran con ellos su incipiente sistema médico y, a partir de este momento, el concepto de una medicina única se bifurcó en la dicotomía medicina china (中医, Zhōng yī) – medicina occidental (西医, Xī yī), circunstancia que fue la semilla de la ulterior deriva de la medicina china hacia la medicina ‘tradicional’ china (MTC) actual. Se empezaban a desvanecer “los ciclos cósmicos (五运六气, Wǔ yùn liù qì)” en una época en la que todos los aspectos de la sociedad china se hallaban en estado de colapso. Fue a partir de aquí que China sufrió profundas transformaciones que, además de a su medicina vernácula, también afectaron a la esfera política, a la económica, a la cultural y a la científica.

Así, a principios del siglo XX la medicina china era considerada en buena parte de los cenáculos políticos de su propio país como un símbolo de antigüedad, de obsolescencia, un sistema médico que debía reemplazarse por la modernidad representada por la medicina occidental. Es por ello que, con posterioridad a la revolución republicana que destronó al último emperador en 1911, el Kuomintang (国民党, Guó mín dǎng) propuso la abolición de la antigua medicina, esgrimiendo que “las teorías del yīn yáng, de las cinco fases, de las seis influencias atmosféricas, de los sistemas de vísceras y entrañas y de los canales de acupuntura no son más que ‘espejismos’”; y, como consecuencia, restringió la práctica de la medicina china, prohibió su publicidad y vetó el establecimiento de escuelas. Ello tenía lugar en 1929, y el decreto no consiguió implementarse debido a las multitudinarias manifestaciones de protesta por parte de médicos y de pacientes que tuvieron lugar en todas las ciudades del país. No lo logró, pero fue una primera muestra de la cadena de acontecimientos desastrados a los que se enfrentaría la medicina china en su país de origen durante el siglo XX de nuestra era.

Con el fin de la guerra civil y el advenimiento de la República Popular China (中华人民共和国) en 1949, el escenario para el devenir de la medicina china en su propia cuna no dejaba de ser inquietante; ya que, en opinión de Máo Zé Dōng (毛泽东), el líder supremo del nuevo Estado, se trataba de una medicina “anticuada y anticientífica, propia de una sociedad feudal”. A pesar de ello, la coyuntura político-económica del momento propició que el camarada Máo abrazara la idea de proyectar al exterior una imagen de China como un país con una herencia cultural profunda e intacta, pero emulando los modelos occidentales de racionalidad. De esta fusión de ideas nació la “medicina ‘tradicional’ china (MTC)”, hija de una pretendida síntesis entre el materialismo dialéctico y la filosofía de las obras clásicas de la medicina china, y concebida a partir de la idea de transformar en ‘científica’ una medicina secular y sistematizarla. Así, desde el establecimiento de la República Popular China y particularmente desde 1954, el desarrollo de la medicina china tuvo el apoyo del partido comunista chino y se hizo inseparable del concepto de “la nueva China (新中国, Xīn zhōng guó)”. A partir de este momento, su enseñanza se impartió en instituciones estatales y los médicos respondieron asociando esta medicina con una presunta esencia nacional e importando los modelos occidentales de enseñanza, organización y práctica.   

Llegados a este punto, queremos matizar que en China el término ‘tradicional’ del logotipo “medicina tradicional china” no se usa ni se ha usado nunca para referirse a la medicina. Ni en la calle, ni en la clínica. De hecho, este término -MTC- fue creado para figurar en las publicaciones chinas en lenguas extranjeras y resulta totalmente ajeno al país, donde se hace referencia únicamente al término “medicina china (中医, Zhōng yī)”, sin añadidos edulcorantes. Presumimos que al acuñar el término ‘tradicional’, Máo quería impresionar a occidente con ‘su’ medicina genuinamente autóctona y, sabedor como era que dicho término provoca emociones intensas por debajo de las cinturas de los occidentales candorosos, consiguió la irónica proeza de amputar por todas partes la medicina china ancestral y ‘presentar’ el resultado como integrante de una tradición. Por si fuera poco, la palabra ‘tradicional’ evoca, por una parte, el sentido de que la medicina china no ha cambiado a través de los siglos, lo cual es rigurosamente incierto (a partir de la lectura de los clásicos han surgido 50.000 subsistemas); y, por otra, sugiere que los cambios introducidos en la medicina china posterior a 1949 son significativamente diferentes respecto a los que tuvieron lugar anteriormente, sugerencia que también se aleja de la realidad, ya que la medicina china tiene un origen y unas bases comunes, pero un desarrollo plural intenso dentro de un marco de referencia.

En 1956 se fundaron las primeras facultades de medicina china (中医学院, Zhōng yī xué yuàn) en la capital Běi jīng (北京), en Shàng hǎi (上海), en Guǎng zhōu (广州), en Chéng dū (成都) y, un año más tarde, en Nán jīng (南京). El desarrollo del material didáctico necesario para impulsar la nueva medicina supuso la publicación en 1958 del primer libro de texto de esta submodalidad médica -la MTC-, llamado “Síntesis de medicina china (中医学纲要, Zhōng yī xué gāng yào)”, y en 1966 ya se habían establecido diecisiete facultades adicionales en las principales provincias y municipalidades del país donde, en lugar de reeducar a médicos de medicina occidental -literalmente “médicos occidentales con conocimiento chino (西学中, Xī xué zhōng)”-, tal como se había intentado anteriormente con escaso/nulo éxito, empezaron a formar a los jóvenes en MTC.

Pero en 1964 se publicó el libro “Citas del Presidente Máo (毛主席语录,  Máo zhǔ xí yǔ lù)” -“el libro rojo de Máo”-, que sería uno de los instrumentos básicos de enseñanza ideológica de las masas. Su aprendizaje no sólo era obligatorio en los colegios, sino también en los centros de trabajo, donde se organizaban grupos de estudio en horario laboral. Y cuando en 1966 estalló la Revolución Cultural (文化革命, Wén huà gé mìng), los diez años que perduró fueron definidos en los círculos médicos como “los diez años del retroceso (倒退的十年, Dào tuì de shí nián)”, ya que durante ellos se redefinieron los conceptos de una nueva medicina “políticamente correcta” y se creó el cuerpo de “médicos descalzos (赤脚医生, Chì jiǎo yī shēng)”, colectivo al que se proporcionó una formación acelerada e irrisoria, basada más en una práctica apresurada que en unos conocimientos mínimamente sólidos y que tuvo la peculiar misión de extender la medicina china por todo el país, especialmente en el entorno rural. La consecuencia inmediata de esta usurpación fue el cierre de las facultades de medicina china, el deterioro de las infraestructuras médicas y la pérdida de una tercera parte del personal empleado en el sector de la medicina china. Paralelamente, a los médicos de renombre y a los cuadros dirigentes se les calificó de “fuerzas del mal” -literalmente “demonios y espantajos de la especie bovina con forma de serpiente (牛鬼蛇神, Niú guǐ shé shén)”- y fueron objeto de escarnio público e, incluso, de agresiones físicas, incluidas las de sus propios estudiantes e hijos. Con ello, algunos médicos famosos murieron, otros fueron enviados al exilio y al olvido en provincias remotas; y otros, como el famoso Qín Bó Wèi (秦伯未), obligados a limpiar letrinas públicas. La práctica privada fue prohibida; las farmacias, destruidas; y la posesión de textos clásicos era considerada delito -un “delito reaccionario” en la jerga de los guardias rojos-, hasta el punto de que estos textos eran quemados sistemáticamente en piras públicas.

1976 significó la caída de “la banda de los cuatro (四人帮, Sì rén bāng)” y el regreso al poder de Dèng Xiǎo Píng (邓小平). Éste, con el lema de crear un socialismo de características chinas y con el objetivo de modernizar la agricultura, la industria, la ciencia y la tecnología, propició una revalorización de la cultura clásica china, pero esta vez con el fin de realizar un modelo de transición basado en la economía de mercado occidental. En este escenario, las políticas sanitarias se transformaron una vez más, y se puso el acento en los servicios hospitalarios y en una reprofesionalización de la medicina -que comportaba que el conocimiento especializado debía ser valorado por encima de los cuadros políticos-, en un desarrollo basado en la tecnología y en el establecimiento de un sistema de salud plural. Finalmente, la medicina china se independizó de la medicina occidental y de la integración de ambas medicinas (中国-西医结合, Zhōng guó-xī yī jié hé), situación que había sido prioritaria durante la Revolución Cultural; y en 1980 el Ministerio de Salud proclamó oficialmente dicha independencia, al tiempo que estimulaba la aplicación de la ciencia y la tecnología en el ámbito de la medicina china. Igualmente, en 1982, este mismo ministerio promulgó que las instituciones médicas chinas tenían que preservar y promover el carácter independiente de la medicina china y que las horas reservadas al aprendizaje de la biomedicina no debían exceder de las quinientas. En este mismo año se estableció que la medicina china, la biomedicina y los tratamientos integrados por ambas medicinas debían tener idéntica categoría.

Los médicos de la China imperial aprendían con el método de maestro-discípulo (师徒, Shī tú) y con la interpretación de los textos canónicos tamizada con la experiencia personal.Así, se esperaba que cada médico llegara a su propia síntesis a partir de lecturas profundas de los libros clásicos y de su propia reflexión y experiencia; mientras que en las escuelas podía haber diferentes tipos de relaciones entre estudiantes y maestros, relaciones que podían coexistir con diferentes formas de transmisión del conocimiento, desde recetas o textos secretos hasta el estudio autodidacta de textos claves. En la China maoísta, en cambio, el sistema MTC sustituyó las experiencias subjetivas con un conocimiento objetivo que satisfacía los estándares científicos pero que también lo vaciaba de espiritualidad, simbología y conexión macrocósmica.

En la China actual (que es objetivamente una distopía dictatorial: un Estado policial que incluye la policía cibernética, el reconocimiento facial y un subyugador “sistema de crédito social (社会信用体系, Shè huì xìn yòng tǐ xì)”), la medicina china está supervisada por su propio departamento -la Administración Estatal de Medicina China y Farmacología (国家中医药, Guó jiā zhōng yī yào)-, integrado en el Ministerio de Salud (卫生部, Wèi shēng bù), y su enseñanza es independiente de la correspondiente a la medicina occidental (biomedicina). Los médicos aprenden en universidades (大学, Dà xué) o en colegios universitarios (学院, Xué yuàn) de medicina china, y el personal médico de nivel intermedio lo hace en las escuelas secundarias de medicina china (学校, Xué xiào). El currículo necesario para graduarse incluye medicina china y biomedicina en una proporción cercana al concepto de mitad-mitad; y, tras su graduación, los médicos de medicina china tienen la misma categoría que sus homónimos de medicina occidental e, incluso, tras cursar los correspondientes cursos de posgrado, pueden practicar el tipo de medicina que prefieran, incluyendo la cirugía y la prescripción de fármacos occidentales.

Los hospitales de medicina china proporcionan servicios hospitalarios y ambulatorios, así como clínicas de barrio. Unos y otros, tanto administrativa como clínicamente están organizados por especialidades médicas; además, existe un número reducido de hospitales que utilizan la medicina china y la medicina occidental integradas. Los registros clínicos de pacientes hospitalizados (病例, Bìng lì) se certifican en formularios especiales que cumplen con las regulaciones gubernamentales y hospitalarias. Estos registros se despachan con un número de identificación único para cada paciente, que se conserva en el hospital y que requiere documentar toda la información relevante sobre aquél. Ello incluye la edad, la dirección y la ocupación, el registro detallado de síntomas, exámenes, diagnósticos biomédicos y chinos y tratamientos y resultados de los mismos. Por supuesto, los registros modernos difieren de los clásicos en la inclusión frecuente de análisis clínicos, así como de diagnósticos y de resultados de exámenes en términos biomédicos.

Si bien buena parte de la población del país todavía tiene un conocimiento práctico de la medicina china, la mayoría de los pacientes chinos actuales -sobre todo los jóvenes- prefieren los tratamientos de la medicina occidental, particularmente en el caso de las enfermedades agudas, ya que se considera diagnósticamente más fiable y terapéuticamente más rápida. Los pacientes tratados en clínicas de medicina china tienden a padecer enfermedades crónicas o problemas que no han respondido a los cuidados biomédicos. Así, en China las percepciones estereotipadas de la eficacia relativa de ambas medicinas pueden condensarse en frases como “la medicina occidental actúa rápidamente; la medicina china lo hace lentamente (西医快中医慢, Xī yī kuài zhōng yī màn)”, “la medicina china trata la raíz; la medicina occidental, las ramificaciones (中医治本西医治标, Zhōng yī zhì běn xī yī zhì biāo)”, “la medicina occidental tiene efectos secundarios con frecuencia; la medicina china está libre de ellos (西医常有副作用中医没有副作用, Xī yī cháng yǒu fù zuò yòng zhōng yī méi yǒu fù zuò yòng)” o “la medicina occidental es mejor para las enfermedades agudas, y la medicina china lo es para las enfermedades crónicas (西医急性病好, 中医慢性病好, Xī yī jí xìng bìng hǎo, zhōng yī màn xìng bìng hǎo)”.

Y así estamos. En occidente no hemos dejado de seguirle el juego al término ‘tradicional’ -que en China no existe y que de por sí no es más que una tomadura de pelo- como vector de mercadotecnia; de la misma manera que los últimos movimientos del mercado de cursos on line nos llevan a considerar que sus impulsores imaginan que si injertan el término ‘clásica’ en la medicina china que venden, el incremento de facturación puede ser importante.

¿Nos dejaremos engañar? ¿Otra vez? Particularmente, así como nos parece esencial diferenciar entre ‘medicina clásica’ y ‘medicina de inspiración clásica’, también nos parece mucho más adecuado hablar de ‘medicina china moderna’ en lugar de ‘medicina tradicional china / MTC’. Y, en base a toda la argumentación que hemos desarrollado en este escrito, consideramos que no se trata sólo de un asunto de la esfera de lo semántico, sino que va mucho más allá. Ésta es la razón que nos ha impulsado a escribir este artículo.

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