Eduard Genís Sol, abril del 2022
Los mecanismos patológicos de las enfermedades pulmonares se generan a partir del momento en que el pulmón no puede llevar a cabo alguna de sus funciones y, genéricamente, ello se manifiesta en cinco aspectos: irregularidades respiratorias, anormalidades en el gobierno del Qì, irregularidades en la transformación y en el transporte de los fluidos, inhibición de la circulación sanguínea e inseguridad del exterior defensivo.
Irregularidades respiratorias (呼吸失调, Hū xī shī tiáo): Si los perversos invaden el pulmón, las actividades respiratorias, destinadas a intercambiar el Qì viciado del cuerpo con el Qì puro de la naturaleza, se desajustan; ello se manifiesta en forma de una respiración inhibida, disnea y, en los casos extremos, en una insuficiencia respiratoria.
Anormalidades en el gobierno del Qì (主气失常, Zhǔ qì shī cháng): Gobernar el Qì significa tanto generarlo -el pulmón participa en la generación del Qì ancestral (宗气, Zōng qì)-, como controlar el mecanismo del Qì (气机, Qì jī) -que se traduce en el control de su ascenso, su descenso, su entrada y su salida-. Si eventualmente el pulmón pierde este gobierno, ello se manifiesta en dos esferas: una pérdida de la difusión pulmonar en los orificios superiores que, a partir de ello pueden bloquearse; e irregularidades en el descenso depurativo del pulmón. Todo ello puede propiciar la imposibilidad de generar el Qì ancestral, lo que debilita al cuerpo entero; la imposibilidad de difundir el Qì defensivo por el exterior, lo que deja el organismo desprotegido; la imposibilidad de que el riñón transforme el Qì; un ascenso contracorriente del Qì del estómago y la imposibilidad del movimiento descendente del Qì del hígado, que acaba rebelándose contra el pulmón-metal.
Irregularidades en la transformación y en el transporte de los fluidos (津液失调, Jīn yè shī tiáo): El pulmón gobierna la regulación de las vías del agua y es la fuente superior de la misma; todo ello conlleva la distribución y la eliminación de los fluidos. Si no puede distribuir los fluidos, los órganos internos y sus orificios quedan desnutridos. Si el Qì no puede transformar los líquidos, éstos se acumulan en forma de humedad o de mucosidades. Si el Qì no puede transportar los líquidos, se produce una hinchazón por agua (edema). Si el pulmón está vacío y sin control, los fluidos no pueden distribuirse y se acumulan en la parte inferior del cuerpo para generar enuresis o bien una orina frecuente, abundante y clara.
Inhibición de la circulación sanguínea (血液不运, Xuè yè bù yùn): El pulmón reúne los cien vasos y el Qì ancestral tiene la función de movilizar el Qì y activar la sangre. Si el pulmón está enfermo no puede asistir, mediante el Qì ancestral, al corazón, en su función de gobernar -y, por lo tanto, movilizar- la sangre; con lo cual, por una parte, el corazón enferma y, por la otra, se genera una estasis de sangre.
Inseguridad del exterior defensivo (卫外不固, Wèi wài bù gù): El pulmón gobierna la piel y el vello corporal y sirve de barrera protectora contra los perversos externos. Si éstos penetran y dañan el Qì defensivo, el Qì del pulmón también quedará dañado; con lo cual el Qì defensivo no podrá difundirse, creándose, con ello, un círculo vicioso de inoperancia funcional.